“El contenido se renueva a diario pero la forma establecida es intocable”. Esta vieja norma periodística, tan del agrado de mi amigo Reinhard Gäde, el diseñador de El País, la viene aplicando hasta extremos insospechados el periódico quizá más influyente de su país, el conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung. La maqueta de su primera página es siempre igual, todos los días de la semana (excepto los domingos, que se concede ciertas licencias), todos los días del año, y así desde no se sabe cuándo: en la primera columna, una pequeña noticia y un sumario al pie; en las tres siguientes; tres bloques a tres columnas, dispuestos en vertical, y en las dos de salida, dos editoriales (los dos con títulos en letra gótica).
Pues bien, sensible a los tiempos que corren, el Frankfurter ha decidido renovarse, y lo ha hecho con su característica parquedad: ligeros toques de color en el sumario de la primera columna; un brevísimo índice con la paginación de las secciones al pie, también con toques de color, y por último, la inclusión en el ángulo superior derecho de la página, bajo la cabecera, de la dirección web, igualmente en color. Lo cual sólo puede interpretarse como todo un espaldarazo al periodismo digital.
En la misma línea, Der Spiegel, considerado como el mejor semanario del mundo, lleva desde septiembre impartiendo un curso virtual de periodismo, según avisa Jeff Jarvis.
En la imagen, la portada del Frankfurter del 30 de noviembre pasado, día del cambio.
